Quizá eso sea lo que nos hace falta en Acapulco: esperanza. Esperanza de que las cosas mejoren, y no sólo con que los turistas regresen a nuestras playas, sino que en verdad haya un mejoramiento en nuestras formas de vida. Esperanza en que como seres humanos nos demos cuenta de la importancia de convivir en paz, en ver por el bien común. Esperanza en que a los jóvenes nos jale el buen ejemplo de nuestros padres, de los adultos que nos rodean. Que no permanezca la mezquindad, el egoísmo y el autoritarismo de unos cuantos. Hay pues, la necesidad de creer que la solución a muchos de nuestros problemas está en nosotros mismos. Diciembre, es una buena fecha para creer en que el 2013 tendrá mejores oportunidades, las cuales no debemos dejar pasar, y entre todos crear un mejor Acapulco. Así que mis chavos, pasénsela padre, diviértanse lo más que puedan sin dañar a nadie, sin pasar por encima de nadie… Vamos con todo por los últimos días del 2012… Si los Mayas nos dejan, jajajaja

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