Estamos en plenas vacaciones y la neta que algo está sucediendo en Acapulco que se siente fuera de control. No hay platica entre nuestros padres, amigos, conocidos, donde vayamos que no toque el problema de la inseguridad.

Desde el inicio de vacaciones y toda la Semana Santa se dieron hechos violentos uno tras otro, lo cual ocasionó que periódicos como Reforma y Excélsior, programas de radio y televisión como el de Joaquín López Doriga durante todos esos días se difundieran esas acciones de alto impacto que sucedieron en el puerto y que al parecer continuarán.

Cada vez se pierde más confianza en las instituciones, en los gobiernos como el municipal por ejemplo que aún no resuelve el problema de la certificación de sus cuerpos de seguridad.

Por eso, es que los jóvenes en Acapulco nos sentimos entre desamparados, sin oportunidades y encima un grave problema de seguridad que ha generado crisis económica ante la falta de turismo constante.

Recuperar el nivel de turismo de hace años es una meta cada vez más difícil de alcanzar. Las malas noticias vuelan, traspasan fronteras, inundan de incertidumbre y temor al turista que piensa venir a Acapulco de vacaciones.

Pero de igual forma las malas noticias, inhiben la vida personal y profesional de quienes vivimos aquí. Negocios cerrados y calles vacías después de las 6 de la tarde es el ambiente que cada día se hace más cotidiano, sin que autoridad alguna nos de esperanza de que ese panorama va a cambiar.

¿Cómo nos sentimos los chavos en Acapulco en estos momentos? Mal, muy mal algunos; otros indiferentes; y habrá quienes ya decidieron mejor irse de aquí.

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