Por: Michel Vargas

John Wick fue un respiro para el cine de acción enfocado en un protagonista solitario que busca venganza. Ya sea desde los agentes especializados con misiones peligrosas como Jason Bourne. El caso con la película de Keanu Reeves es que no sólo incluía secuencias perfectamente coreografiadas y filmadas, sino que comenzaba como una historia sencilla que lentamente nos iba adentrando en el mundo de los asesinos a sueldo.

David Leitch, fue el encargado de llevar a la pantalla grande la adaptación de la novela gráfica de Antony Johnston titulada The Coldest City. La historia nos lleva a la Alemania de 1989, pocos días antes de la caída del muro de Berlín en noviembre de aquel año. Lorraine Broughton (Charlize Theron, quien adquirió los derechos del impreso y acordó el tratado de distribución con Universal Pictures en el pasado Festival de Cannes) tiene la misión de obtener una lista que incluye el nombre de varios dobles espías.

Atómica llega cargada de un soundtrack que comienza de forma espectacular, pues cada track es un éxito de la época. Sin embargo, conforme avanza la trama, sufre del mismo problema que tuviera Escuadrón Suicida el año pasado: es evidente el esfuerzo del supervisor musical por llamar nuestra atención y movernos los sentidos… Los hits ochenteros llegan uno tras otro: suena “99 luftballoons”, segundos después “Blue Monday” y al minuto comienza “I ran (so far away)”.

Visualmente, Atómica es todo lo que podríamos esperar de una producción situada en aquel país europeo a finales de los 80: luces neón y un vestuario único. El trabajo de Leitch en las secuencias de acción –la cuales exitosamente armó con pocos cortes– hace que la cinta fluya y su pasado como stunt-man se demuestra en su excelente uso de dobles de acción. Mención aparte para el plano secuencia en el que Theron sube y baja pisos de un edificio mientras se enfrenta a los enemigos.

Sin embargo, en el rubro donde muchas películas de acción de los últimos cinco años han sido exitosas, el guion, Atómica se pierde en una trama sumamente rebuscada. Mientras en John Wick seguimos a un hombre que busca venganza tras el asesinato de su perro, la trama de la cinta de Charlize Theron se pierde en un sinfín de traiciones y doble traiciones. La complejidad y dualidad de los personajes coquetea y hasta pretendería ser una especie de El espía que sabía demasiado, pero en lo único que podría parecerse es que ambas producciones tienen al actor Toby Jones.

Charlize Theron se coloca como la mujer de acción por excelencia en nuestros días y cada secuencia, cada golpe dado y recibido, demuestran el compromiso que tiene la ganadora del Oscar con el género. Al final, la película nos deja deseando ver más de ella, principalmente como Furiosa en Mad Max, pero también deseando que haya una –y más sencilla– aventura de la rubia atómica. Una película que no te puedes perder.


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