Por: Ever Jafet Olea Gandarillas.

Considero la Seguridad Pública un tema que va más allá de discusiones y debates sin sentido entre partidos políticos. No es que diga que esté mal que lo realicen, porque creo firmemente en el propósito del debate como un medio para contrastar ideas y generar propuestas, sino que, lo que considero que esté mal, es que lo intenten utilizar con fines de percepción política.

La Seguridad Pública, es un tema en el que deben tener injerencia todos y todas: organizaciones civiles, empresarios, partidos políticos y sociedad. Todos, de manera conjunta, debemos de buscar soluciones que puedan garantizar mejores condiciones de vida en nuestro territorio. No se trata de culpar a nadie, sino de volvernos responsables como ciudadanos. Por supuesto, nuestra búsqueda por mejorar nuestro entorno, no debe de estar al margen de la ley ni sobrepasar a las instituciones, sino todo lo contrario, debemos trabajar de la mano de ellas.

Para entrar en materia con el artículo, quiero definir primeramente lo que es la Seguridad Pública: es un servicio que debe brindar el Estado para garantizar la integridad de todos los ciudadanos y sus bienes. La Seguridad Pública implica que todos los ciudadanos puedan vivir en armonía, cada uno respetando los derechos individuales del otro.

Enfocaré la Seguridad Pública en uno de los sectores que se ha visto afectado en gran medida por el crimen organizado y el narcotráfico: LA JUVENTUD. ¿Cuál es la responsabilidad que tiene el Gobierno Municipal para garantizarles una mejor calidad de vida a los jóvenes? ¿Únicamente es responsabilidad de las organizaciones policiacas prevenir que los jóvenes ingresen a estas actividades? ¿Qué podemos hacer para combatir el problema?

Los jóvenes, como ya lo he comentado anteriormente, somos el principal activo de los grupos del crimen organizado. ¿Por qué? Bueno, como ejemplo les pondré un caso empírico. En lo particular, crecí y estudié en una Secundaria Federal ubicada en una de las colonias populares de nuestra ciudad y puerto, colonia en donde se encuentra ubicado mi domicilio hasta el día de hoy. He visto, de primera mano, como adolescentes de ese tiempo, iniciaron su actividad criminal como integrantes de una “pandilla”, para luego pasar a formar parte de un grupo delictivo que se dedicara a la extorsión, el secuestro y la venta de drogas. Algunos de ellos, la gran mayoría conocidos míos, fueron brutalmente asesinados, y los que corrieron con suerte o tuvieron astucia, terminaron huyendo de nuestra ciudad. Los conocía, eran jóvenes que su situación


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